jueves, 12 de abril de 2012

Cómo disfrutar de unas vacaciones (III) (Cartagenera)

No me gustan los parkings subterráneos, y menos los nuevos con ese estridente ruido que hacen las ruedas al maniobrar. Muy mal tiene que estar el mundo de los humanos para tener que esconder sus cosas bajo tierra...

Aquel parking del centro de Cartagena estaba nuevecito y hacía tal ruido que parecía la casa del terror: ya me metió el miedo en el cuerpo... Paralelamente tengo que confesar que me gusta tener un poco de intimidad cuando hago mis necesidades, por lo que con correa no soy capaz de desahogarme. Así que, estaba yo meando en aquel parquecito al lado del parking, todavía un poco asustada, cuando aquel chaval con patinete se dejó caer de las alturas acompañado de un estruendo terrorífico.

¡¡¡¡Salí corriendo¡¡¡

Salí corriendo y me encontré en una avenida llena de coches circulando en los dos sentidos, que me recorrí por su medianera, a toda velocidad, con cara de pavor, sin mirar atrás, solo pensando en salvar la vida...

Mi humana salió inmediatamente corriendo detrás de mí, con un sandwich en la mano a medio comer. Creo que también se había asustado con el patinete... Me llamó, gritó mi nombre una y otra vez, pero la adrenalina me habia dejado sorda, y al poco tiempo me perdió de vista. Es que corro un montón!

Preguntó por mí al policía naval que estaba controlando el acceso al Arsenal de Cartagena: soy tan rápida que ni me había visto pasar. Preguntó a una pareja de motoristas aparcados en una esquina: se habían fijado en mí y pensaron que yo era el perro del policía naval.
¿Pero es que tengo pinta de perra-policía?
¿Pero es que existen los perros-policía-navales?

En mi humana, haciendo los 500 metros lisos por una medianera con un sandwich a medio comer en la mano, sí que se había fijado mucha gente...

Me paré al llegar a unos jardines con palmeras sin tráfico, me tranquilicé un poco y, de repente, escuché mi nombre, ¡¡Sura!! (el nombre de obedecer); miré hacia atrás y ví llegar a mi humana; llevaba la misma cara de angustia que se le puso cuando una vez se empeñó en correr un medio-maratón sin entrenar previamente...

Me llevó otra vez para el parking subterráneo; parecía estar bastante enfadada...

Probablemente le había sentado mal que yo ganara la carrera...


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