martes, 20 de marzo de 2012

Cómo es el extranjero

Yo soy una hermosa perrita muy viajada, con pasaporte internacional. Desde que me he hecho furgonetera he conocido un montón de sitios distintos, con perros parecidos pero de hablas diferentes.  Andalucía, Asturias, Cantabria,  las dos Castillas, Euskadi, La Rioja, León, Navarra, … Portugal , Francia… y naturalmente visito a menudo la ciudad de mi equipo de fútbol favorito. De lo más variado.

Si puedo elegir, prefiero los lugares con agua para bañarme o con grandes prados para correr; pero indiscutiblemente el mejor sitio para ir de vacaciones siendo perra, o perro, es Francia.




Vaya sensibilización hacia nuestra especie!. Te sonríen al pasar, se paran para elogiarte, te invitan a entrar…

Todavía recuerdo aquella oficina de turismo en los Pirineos franceses con dos chicas empeñadas en que yo entrará al local, para acariciarme. Ya en el pueblo de al lado el portero de unas cuevas con río interior, que había que atravesar en barca, había insistido en que yo podía pasar siempre que dentro de la barca fuera en brazos de algún humano. Con 30 kilos de perra intentando tirarse al agua desde la barca, no creo que hubiera sido una buena experiencia para nadie; pero aún así, agradecí al portero que pensara en mí, que se empeñara en que yo también disfrutara de la cueva.

Incluso puedes encontrarte con otros perros dentro de las salas de audiovisuales de muchos centros de interpretación de la Bretaña francesa, muy dignos mirando el documental, y cuando en alguno no permiten la entrada, menuda arman sus humanos…

Sí que es cierto que en algunos espacios públicos de Francia tenemos el acceso prohibido. Pero también en muchos de ellos compensan la afrenta con una guardería canina gratuita, como por ejemplo en el Parque de la Prehistoria de Tarascon. Cuentan con nosotros.

En la mayoría de los campings franceses sí que nos admiten, y en muchos de ellos tenemos que pagar por usarlos como si fuéramos uno más de la familia, con nuestra zona-cagadero planificada…

Pero lo que más me impactó de Francia, lo que más me hizo recapacitar, fue descubrir que allí somos tan importantes como para comprarnos un GPS. No quieren que nos despitemos y nos perdamos.

Y yo me pregunto: ¿Cuántos perros conocéis por aquí que tengan instalado un GPS en el collar?

Y luego pienso: ¿Cuánto tiempo tardarían aquí en robarnos ese collar del cuello?

Y después reflexiono: ¿Por qué hay tantas diferencias en sensibilización animal entre países de Europa? ¿Por qué aquí aún hay humanos que creen que torturar a un animal es una cultura?


1 comentario: