martes, 6 de marzo de 2012

Cómo es nuestra competencia (V) (Muerte y Resurección)

Mi hermanastro gato Ovni se metió dentro del canapé de la cama aprovechando un momento en que se encontraba abierto. Nunca se le había ocurrido antes ni había hecho el amago de intentarlo. Pero ese día se veía por fin el sol, después de casi tres semanas rodeados del humo proveniente de los incendios que arrasaron Galicia en el 2006. Y el Ovni estaba contento y juguetón...

Saltó dentro; se escondió como pudo entre las mantas y edredones; guardó la respiración; oyó como bajaban la parte superior del canapé... y ya no volvió a respirar...

Mi humana notó su ausencia; después de buscarle y llamarle un rato, levantó el canapé, por si acaso, y ahí se lo encontró, blando, con los ojos extremadamente abiertos, la dentadura al aire y expresión de muerte. No respiraba.

Ella le llamó, le zarandeó ... y después, sin pensárselo, le hizo el boca a boca. Colocó su mano en forma de tubo, se  lo enchufó al morro, y empezó introducirle aire mientras que le golpeaba el corazón. El corazón y todo el abdomen, poque tiene el cuerpo pequeño (era el "alguacil" de su camada).

Y el Ovni volvió del otro lado, con las uñas extendidas y la misma cara que ponen los zombis que regresan a la vida después de un ritual.

Volvió, pero respiraba dificultosamente y no era capaz de mantenerse en pie. En la carrera en coche al veterinario hubo que continuar con la reanimación porque a veces parecía que dejaba de respirar. Le inyectaron un activador de pulmones y otro del corazón, manteniéndole unas horas en observación.

Ya han pasado casi 6 años desde aquel accidente. A mi hermanastro gato Ovni no le quedaron secuelas, excepto esa bronquitis crónica que el veterinario llama asmática (porque responde a la cortisona) y que mi humana achaca al accidente, porque es demasiada coincidencia que empezara a toser unos meses después de morir...


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